30/9/08

PLATONISMO Dicc. de Filosofía Ferrater Mora

Tomado en sentido muy
amplio, el platonismo abarca
la historia entera de la filosofía. Desde
este punto de vista tiene razón
Whitehead cuando declara que la
historia de la filosofía es una serie
de acotaciones a Platón. Si fundimos,
además, el platonismo con el neoplatonismo
( VÉASE ), descubriremos
sus huellas en muchas manifestaciones
de la literatura. En el presente
artículo restringiremos la significación
del término 'platonismo'; nos limitaremos
a destacar algunas huellas
del platonismo en la filosofía occidental,
árabe, judía, bizantina y renacentista,
que no han sido examinadas
—o lo han sido sólo esquemáticamente—
en otras partes de este
Diccionario. Así, excluiremos el estudio
de lo que podría llamarse la
tradición griega ( no bizantina). No
nos referiremos tampoco al platonismo
de Aristóteles, de los estoicos, de
la Academia (v. ) platónica, de los
neoplatónicos stricto sensu, y otras
manifestaciones platónicas. Eliminaremos
asimismo el estudio de la significación
del término 'platonismo'
en expresiones tales como 'el platonismo
de Husserl', 'el platonismo de
Frege', etc. No haremos mención, finalmente,
de lo que pudiera haber
de platonismo en Spinoza, en Leibniz,
en Kant, en la última fase de la
filosofía de Fichte, en Schopenhauer,
en el idealismo objetivo de la Escuela
de Marburgo y en otros filósofos
y tendencias modernos o contemporáPLA
neos. En cuanto a las discusiones de
los lógicos contemporáneos en torno
a las concepciones "platónicas" o "nominalistas"
de los llamados a veces
objetos lógicos, han sido debatidas
en el artículo sobre la noción de los
universales ( v. ).
En el sentido aquí propuesto, el
estudio del platonismo equivale al
examen de lo que Raymond Klibansky
ha llamado la continuidad de la
tradición platónica ( especialmente
durante la Edad Media. Esta tradición
puede subdividirse en las tradiciones
siguientes: la latina (patrística
y escolástica), la bizantina, la
árabe y la judía. A ellas agregaremos
algunas de las corrientes que más
claramente han mostrado la huella
platónica en la filosofía renacentista.
Por otro lado, nos limitaremos a mencionar
una serie de nombres y de corrientes;
el presente artículo sólo
pretende ser un índice de filósofos
y cuestiones, con algunos datos
relativos a los textos de Platón transmitidos
a lo largo de las tradiciones
mencionadas. Hay que tener en cuenta,
por lo demás, que en la mayor
parte de los casos la tradición platónica
es a la vez neoplatónica, y que
gran parte de lo que se dice bajo el
nombre 'platonismo' podría asimismo
convenir al nombre 'neoplatonismo'.
Sólo para la mayor comodidad de la
exposición separamos los dos vocablos,
y tratamos en Neoplatonismo
(v.) principalmente los neoplatónicos
stricto sensu sin hacer más
que aludir a la tradición platónica
aquí bosquejada.
I. La tradición latina. Comenzó
ésta con varios autores del siglo iv.
Mencionamos sobre todo a Macrobio,
a Calcidio, a Mario Victorino y a
San Agustín. De Macrobio interesa
el comentario sobre el Sueño de Escipión
(v.) contenido en el libro VI
de De re publica, de Cicerón. El In
Somnium Scipionis presenta una jerarquía
de seres dominada por el
Bien; las ideas platónicas y plotinianas
están mezcladas en este comentario
con especulaciones astrales y en
particular con especulaciones sobre
la caída de las almas en los cuerpos
y su regeneración a través de un proceso
de purificaciones ascéticas. De
Calcidio interesa el comentario sobre
el Timeo platónico (de hecho, sobre
una parte —17 A - 53 C— del mismo),
donde se mezclan las especula-
ciones neoplatónicas con los principios
y las vivencias cristianos. De
Mario Victorino interesan sus tratados
Contra Arrio y Sobre la generación
del Verbo divino. En cuanto a San
Agustín, hemos tratado con más detalle
en el artículo correspondiente
la cuestión de las influencias platónicas
y neoplatónicas que recibió
antes de su conversión al cristianismo.
Los textos en cuestión no sólo son
importantes para la transmisión a la
cultura latina medieval de ideas platónicas,
sino también —como ha
puesto de relieve Gilson— para la
formación del vocabulario: Macrobio
y Calcidio, sobre todo —dice Gilson—,
son indispensables para comprender
el lenguaje de los platónicos
de Chartres (v.). Desde entonces, la
tradición platónico-neoplatónica no
fue nunca abandonada (algunos historiadores,
como Picavet, creen inclusive
que constituye el más importante
elemento griego en el pensamiento de
la Edad Media): sus hitos principales
son las interpretaciones platonizantes
de algunos textos aristotélicos
por Boecio y el esfuerzo realizado por
el mismo autor para conciliar a Platón
con Aristóteles, el neoplatonismo
de Juan Escoto Erigena, las influencias
transmitidas por la Escuela de
Traductores (v). de Toledo, los supuestos
platónico-realistas de la filosofía
de San Anselmo, la llamada
Escuela de Chartres, Roberto Grosseteste,
muchos aspectos de la teología
mística y de la llamada mística especulativa,
Alejandro de Hales y, en
general, el llamado platonismo agustiniano
(o agustinismo platónico).
Desde nuestro punto de vista, sin embargo,
nos interesan más especialmente
los textos que pueden considerarse
como la base del "Platón latino".
Estos textos han sido clasificados por
Klibansky en varios apartados de los
cuales extraemos los siguientes:
(1) Traducciones antiguas y medievales
latinas de escritos platónicos,
tales como el Timeo (partes traducidas
por Cicerón y Calcidio y pasajes
contenidos en Macrobio), el Menón
y el Fedón en la traducción
de Enrique Arístipo (Henricus Aristippus),
el Parménides (la parte incluida
en la traducción por Guillermo
de Moerbeke del comentario de Proclo
al fragmento 126 A - 142 A del
Parménides), las citas de Platón en
antiguos autores latinos y en Padres
430
de la Iglesia y, desde luego, las versiones
de obras de Proclo, de tan
decisiva importancia para la difusión
del platonismo latino; (2) Comentarios
antiguos y medievales de los escritos
de Platón, tales como el mencionado
Calcidio; los comentarios relativos
al Timeo, de fines del siglo xi,
siglo xn y comienzos del xiii (constituidos
principalmente por las glosas
conservadas en manuscritos ) ; el Examinatorium
in Phaedonem Platonis,
de Juan Dogget, preboste del King's
College, de Cambridge; los comentarios
sobre el comentario de Macrobio
(entre ellos, uno de Guillermo de Conches);
(3) Las traducciones medievales
latinas de los comentarios griegos
sobre Platón, tales como el comentario
de Proclo al Parménides y
al Timeo (traducidos en parte por
Guillermo de Moerbeke); el fragmento
de la traducción de la Teología
platónica de Proclo y las notas marginales
de Nicolás de Cusa a sus
manuscritos de Platón y Proclo; (4)
Las obras atribuidas a Platón, escritas
o traducidas al latín hasta el Renacimiento,
tales como los llamados
Conflictus Platonis et Arístotelis de
anima, el Plato Poeta (o versos atribuidos
a Platón en manuscritos medievales
antiguos), el Plato Alchymista,
el Plato Magnus. Como se advierte,
se trata de una enumeración
de los principales elementos que permiten
entender (desde el punto de
vista "literal") la transmisión y difusión
de la tradición latina platónica
y neoplatónica. Una vez en posesión
de estos elementos falta aún, sin embargo,
averiguar cómo fueron aprovechados
y qué sentido tenía en cada
caso el "platonismo" de los filósofos.
II. La tradición árabe. Es difícil
precisar sus jalones, pues el platonismo
y el neoplatonismo están con frecuencia
mezclados en dicha tradición
con el muy influyente aristotelismo.
Los mismos tratados Theologia Aristotelis
(v.) y Líber de causis (v.),
que tan gran influencia ejercieron en
la filosofía árabe y, a través de ella,
en la filosofía medieval cristiana,
eran, aunque atribuidos a Aristóteles,
de contenido neoplatónico. Así, en
ocasiones se creía ser aristotéfico
cuando, de hecho, se defendía el
platonismo. Ahora bien, la influencia
platónica y neoplatónica no fue recogida
por los filósofos directamente
de la tradición griega. Siria fue el
lugar principal de irradiación de la
cultura helénica no sólo a los árabes,
sino a Persia. En 363, San Efrén (ca.
308-373) fundó en Edesa (la antigua
Arros y la moderna Urfa), en
Mesopotamia, una escuela en la cual
se impartían enseñanzas griegas, especialmente
Aristóteles e Hipócrates.
San Efrén luchó contra partidarios
de Maní, de Marción y de Bardesanes,
todos ellos activos en dicha zona.
Los cristianos, tanto ortodoxos como
heterodoxos ( principalmente nestorianos
y monofisitas ), daban gran importancia
a la lengua y cultura griegas,
que les permitían la lectura de
los textos neotestamentarios y de los
Padres de la Iglesia. Cuando la escuela
de Edesa fue cerrada, en 489, los
sabios nestorianos emigraron de Siria
y se trasladaron a Persia (Nisibis y
Gundi-Sapur), donde fueron bien
acogidos por el Rey persa y donde
difundieron la filosofía aristotélica y
la medicina hipocrática. Cuando los
árabes se extendieron por el Cercano
Oriente (Edesa fue conquistada en
639), los sirios fueron los principales
transmisores de la cultura helénica
(V. FILOSOFÍA ÁBABE). Los Abasidas
protegieron a los sabios sirios, quienes
tradujeron (del griego al árabe, o del
griego al sirio y de éste al árabe)
muchas obras griegas, principalmente
aristotélicas, pero también de índole
platónica (como los tratados
pseudo-aristotélicos antes mencionados).
Las traducciones de textos platónicos
se intensificaron durante el
reinado del Califa Mamün, en Bagdad
(813-833), cuando el sirio Yahjä ibn
al-Bitríq tradujo al árabe el Timeo
platónico. Poco después, el nestoriano
árabe Hunain ibn Ishaq (junto
con miembros de su escuela) tradujo
al árabe varias otras obras de Platón
(República, Leyes, Sofista), el comentario
de Olimpiodoro y otra vez
el Timeo — que ejerció una enorme
influencia tanto dentro de la cultura
árabe como dentro de la cristiana.
Durante el siglo χ Yahyâ ibn 'Adï
tradujo las Leyes del sirio al árabe.
Otras obras de Platón y comentarios
neoplatónicos fueron traducidos en
los siglos subsiguientes, hasta que
hubo en árabe un bastante completo
Corpus platonicum, que incluía comentarios
de neoplatónicos (muchos
de ellos sobre el Timeo), tratados
pseudos-neoplatónicos y los mencionados
tratados pseudo-aristotélicos de
contenido platónico. Plutarco, Porfirio
y Proclo fueron, entre los platónicos,
los autores más traducidos y
comentados. Así se desarrolló el platonismo
entre los filósofos árabes
—casi siempre junto al aristotelismo—
tal como hemos puesto de relieve en
Filosofía árabe (v. ). Entre los primeros
filósofos árabes importantes
que cabe mencionar al respecto se
hallan Alkindi y Alfarabi.
III. La tradición judía. Por un lado,
hay que contar en ella la filosofía
judeo-alejandrina, especialmente la
elaborada por Filón. Por otro lado,
el desarrollo del platonismo entre los
filósofos judíos "medievales" a consecuencia
de la influencia ejercida por
los filósofos árabes. Aquí nos interesa
este último aspecto, que es e]
que pertenece propiamente a la "continuidad
de la tradición platónica".
Mencionamos a tal efecto la obra de
los filósofos Isaac Israeli, Abengabiro]
y Abensadik. Como en la tradición
árabe, también en la judía muchas
veces los elementos platónicos van
envueltos en elaboraciones aristotélicas;
el caso más significado es el
de Maimónides.
IV. La tradición bizantina. Como
dice B. Tatakis, la disolución de las
escuelas filosóficas atenienses por Justiniano
en 529 no significó la desaparición
de la influencia filosófica
helénica y menos aun la desaparición
de la influencia platónica: no se trataba
tanto de una oposición al helenismo
como de un combate contra
el paganismo. Así, el platonismo siguió
estando muy vivo dentro de la filosofía
bizantina, gran parte de la
cual puede describirse como una
serie de elaboraciones platonizantes
o de intentos de conciliación entre
Platón y Aristóteles. Esta tradición
fue iniciada por los propios miembros
de la Academia platónica disuelta
cuando regresaron de Persia, donde
los acogió Cosroes I y donde hicieron
para él una traducción persa de los
diálogos platónicos. Pero el platonismo
bizantino no consistió solamente
en estudios platónicos de índole literal
— en los cuales destacaron los
miembros de la Academia, tales como
Lido, y Esteban de Alejandría, el
cual enseñó filosofía en Constantinopla.
La parte más considerable
de tal platonismo estuvo constituida
por comentarios a escritos neoplatónicos
—especialmente de Proclo—
431
y por la enorme influencia ejercida
por el Pseudo-Dionisio (V. DIONISIO).
Deben mencionarse al respecto
los nombres de los tres filósofos de
Gaza —Eneas, Zacarías y Procopio—,
así como el de Juan Filopón (en los
siglos vi y vu). En el siglo ix, Focio
y Aretas de Cesárea pueden considerarse
como continuadores de la tradición,
aun cuando Focio fue más
aristotélico que platónico. La teología
especulativa del siglo χ se apoyó fuertemente
en el platonismo, especialmente
el del Pseudo-Dionisio y el
de Máximo el Confesor. Mas un verdadero
renacimiento platónico tuvo
lugar en el siglo xi, con Miguel Psellos,
el cual siguió principalmente
a Porfirio y a Proclo e impulsó desde
todos los puntos de vista los estudios
platónicos, contribuyendo a la difusión
del platonismo no sólo en Bizancio,
sino también en el Occidente latino,
en los países árabes, en el Cercano
Oriente, en Armenia y en Georgia
(V. FILOSOFÍA BIZANTINA), Klibansky
señala la conexión que probablemente
hubo entre este renacimiento platónico
y los trabajos de traducción
efectuados en Sicilia durante el siglo
xii, pero advirtiendo que este aspecto
de la difusión del platonismo
no es todavía suficientemente conocido.
Los contactos entre Bizancio y
el Occidente latino se hicieron, e»
todo caso, cada vez más numerosos
en virtud de muy diversas circunstancias
(persecuciones iconoclastas,
que llevaron cierto número de hombres
cultos al Occidente, embajadas»
contactos a consecuencia de las cruzadas,
relaciones comerciales, etc.),
por lo que hay que presumir más
influencia bizantina y, por lo tanto,
también platónica sobre la Europa
occidental cristiana de lo que parece
a primera vista. Uno de los mejores
discípulos de Miguel Psellos, Juan
Itálico, se refugió en Italia; muchas
obras bizantinas o de neoplatónicos
(como Proclo) fueron traducidas a
la sazón por Roberto Grosseteste y
Guillermo de Moerbeke. Finalmente,
los platónicos del siglo xv, y en particular
Plethon, difundieron el platonismo
directamente en Occidente;
la Academia florentina es una de las
consecuencias de esta difusión.
V. El platonismo renacentista. Lo
último nos lleva a hacer alusión al
amplio movimiento platonizante en el
Renacimiento, tan difuso que es difíPLA
cil concretar siquiera sus principales
adalides y escuelas. Nos limitaremos
a mencionar, aparte la indicada Academia
Florentina, a León Hebreo y,
sobre todo, a Nicolás de Cusa. Que
muchos de estos platónicos se consideraban
a sí mismos como seguidores
de una ya muy antigua tradición de
platonismo latino resulta evidente, al
entender de Klibansky, por una carta
escrita por el más eminente platónico
de la época, Marsilio Ficino, al dar
varias normas a un discípulo que le
había pedido instrucciones sobre la
filosofía platónica. Naturalmente, el
platonismo del tránsito de la Edad
Media al Renacimiento no puede olvidar
a los poetas —en particular a
Petrarca—, pero ello nos llevaría demasiado
lejos de nuestro propósito.
Indicamos a continuación los comentarios
escritos por filósofos neoplatónicos
sobre varios diálogos de
Platón, según diversas ediciones, la
mayor parte de ellas críticas. El Corpus
platonicum medieval se basa en
gran parte en los citados comentarios.
Proclo: in Platonis Alcibiadem commentant,
ed. V. Cousin, 2' ed., 1864;
in Platonis Parmenidem commentant,
ed. V. Cousin, 2' ed., 1864; in Platonis
Rem Publicam commentant, ed.
G. Kroll, 2 vols., 1899-1901; in Platonis
Timaeum comentarii, ed. E.
Diehl, 3 vols., 1903-1906; in Platonis
Cratylum commentant, ed. G. Pasquali,
1908. Además, los in theologiam
Platonis libri sex, ed. Portus,
1618. — Damascio: Dubitationes et
solutiones de primis principiis, ed. C.
Ruelle, 2 vols., 1889 (la obra de
Damascio está basada en un comentario
al Parmenides). — Olimpiodoro:
in Platonis Alcibiadem commentant,
ed. F. Creuzer, en Initia philosophiae
ac theologiae ex Platonicis
fontibus ducta, vol. II, 1821; in Platonis
Philebum Scholis, en la edición
del Filebo, por G. Stallbaum, 1826;
in Platonis Phaedonem Scholia, ed.
W. Norvin, 1912; in Platonis Georgiern
Scholia, ed. W. Norvin, 1936.
— Calcidio: in Platonis Timaeum
commentant«, ed. J. Wrobel, 1876.
— Hermias de Alejandría: in Platonis
Phaedum Scholia, ed. P. Couvreur,
1901. — Otros Scholia: en
Platonis Opera Omnia, ed. C. Fr.
Hermann, 1856 y sigs, (rééd., 1921-
1936), Vol. VI, y los editados por
F. D. Alien, J. Burnet, C. P. Parker,
W. C. Green, publicados por la American
Philosophical Association (Haverford,
Pa., USA), 1938.
El Corpus platonicum, dirigido por
Klibansky, contiene un Plato Latinua
y un Plato Arabus —y, como apéndi-
ces, un Plato Syrus y un Plato Hebraeus.
Han aparecido hasta ahora
los siguientes tomos. Del Plato Latíñus:
I Meno interprete Henríco Aristippo,
1940; II Phaedo interprete
Henríco Arístippo, 1950; ííí Parmenides
usque ad finem prímae hypothesis
nec non Procli Commentaríum
im Parmenides pars ultima adhuc
inédita interprete Guillelmo de Moerbeke,
1953 (contiene el final de la
obra de Proclo cuyo original griego
se perdió y fue encontrado por Klibansky
en traducción latina medieval).
Del Plato Arabus: I Galeni
Compendium Timaei Platonis, aliorumque
dialogorum synopsis quae
extant fragmenta, 1951; ÍI Alfarabius.
De Platonis Philosophia, 1943; III Al·
farabius Compendium Legum Platonis...
latine vertit Fr. Gabrieü, 1952.
Como introducción al Corpus se ha
publicado el volumen de R. Klibansky,
The Contínuity of the Platonic
Tradition duñng the Mídale Ages.
Outlines of a Corpus Platonicum Medii
Aevi, 1939, 2»., ed., 1951.
Sobre las traducciones de autores
griegos al sirio, árabe, armenio y
persa, y sus comentarios (incluye
asimismo la tradición aristotélica) :
J. G. Wenrich, De auctorum graecorum
versionibus et commentants
syriacis, arabicis, armenicis, persicisque
commentario, 1842. — M. Steinschneider,
"Die arabischen Uebersetzungen
aus dem Griechischen",
Centrdblatt für Bibliothekwesen, 6
(1889), Beiheft 5; 10 (1893), Beiheft
12; Virchows Archiv, 124 ( 1891)
115-36; 268-96; 455-87; ZDMG
50. (1897), 161-219; 337-417. — M.
Bouyges, "Notes sur des traductions
arabes d'auteurs grecs", APh. 2
(1924), 350-371. — M. Meyerhoff,
"On thé Transmisson of Greek and
Indian Science to the Arabs", Isl.
Cuit. 11 (1937), 17-29. — Otras informaciones
históricas y bibliográficas
en las obras de M. Horten, B.
Tatakis, M. de Wulf, E. Gilson, M.
Grabmann y otros autores mencionadas
en FILOSOFÍA. ÁRABE, FILOSOFÍA
BIZANTINA, FILOSOFÍA MEDIEVAL.
Véase también TRADUCTORES DE TOLEDO
(ESCUELA DE).
Sobre el platonismo en general y
sobre la historia general del platonismo:
H. von Stein, Sieben Bücher zur
Geschichte des Platonismus, 3 partes,
1862-1875.—W. Pater, Plato and Platonism,
1895 (trad, esp.: Platón y el
platonismo, 1945). — J. Burnet, Platonism,
1918. — A. E. Taylor, Platonism
and lis Influence, 1924 (trad,
esp.: El platonismo y su influencia,
1950). — K. Gronau, Platons Ideenlehre
im Wandel der Zeiten, 1930-
1931. — H. Willms, Eikon. Eine be-
432
grifjsgeschichtliche Untersuchung zum
Platonisnms, 1935. — J. Hessen, Platonismus
und Prophetismus, 1939.
Sobre el platonismo antiguo: C.
Biggs, The Christian Platonists of
Alexandría, 1913. — C. Field, Plato
and His Contemporaríes, 1930. —
W. Theiler, "Die Vorbereitung des
Neuplatonismus", Problemata, ed. P.
Friedländer, G. Tacnmann, U. von
Wilamowitz-Moellendorff, Heft l,
1930. — E. Hoffmann, Platonismus
und Mystik im Altertum, 1935. — P.
Shorey, Platonism Ancient and Modem,
1938. — H. Cherniss, Aristotle's
Críticism of Plato and the Academy,
I, 1944. — Id., id., The Riddle
of the Early Academy, 1945. —
Ph. Merlan, From Platonism to Neoplatonism,
1953. — W. K. C. Guthrie,
O. Gigon, H. I. Marrou et al, Recherches
sur la tradition platonicienne,
1958 [Entretiens sur l'antiquité classique
(Fondation Hardt), 3] [Para el
platonismo en la época de Cicerón, en
el pensamiento cristiano antiguo, en
San Clemente de Alejandría, en la filosofía
islámica, etc.]. — J. C. M. Van
Winden, Calcidius on Matter. His
Doctrine and Sources. A Chapter in
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antiqua, 10]. — James K.
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Influence of Plato on Religion, 1960.
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christliche Philosophie, 1960. — Domenico
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Primi contributi a una storia del platonismo
nell'antichità, 1961. — Véase
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Sobre el platonismo medieval y renacentista:
Ch. Huit, "Le platonisme
à la fin du moyen âge", Annales de
philosophie chrétienne, LX (1890)
LXV-LXVII (1895-1897). — Id., id.!
"Le platonisme pendant la Renaissance",
ibid., 1895-1898. — G. Tarozzi,
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medioevo, 1892. — Clemens Baeumker,
Der Platonismus im Mittelalter,
1916. — E. Hoffmann, Platonismus
und Mittelalter, 1926. — Id., id., op.
cit. en párrafo supra. — B. Kieszkowski,
Studi sul platonismo nel Rinascimento,
1936. — J. Santeler, Der Platonismus
in der Erkenntnislehre des
hl. Th. von Aquin, 1939. — J. Koch,
Platonismus im Mittelalter, 1948 [Kölner
Universitätsreden, 4]. — Eugenio
Garin, "Per la storia della tradizione
platónica medioevale", Giornale crítico
della filosofía italiana, XXVIII
(1949), 125-50. — Id., id., Studi sul
platonismo médiévale, 1958 [Quaderni
di letteratura e d'arte raccolti da
Giuseppe de Robertis, 7] [especialmente
para el platonismo en el siglo
xn]. — P. O. Kristeller, The Classics
and Renaissance Thougth, 1955 [Martin
Classical Lectures, serie 15], nueva
ed., rev., con el título: Renaissance
Thought. The Classic, Scholastic, and
Humanistic Strains, 1961, especialmente
Cap. II. — Id., id., Studies in
Renaissance Thougth and Leiters,
1956. — H. J. Henle, S. J., Saint Thomas
and Platonism. A Study of the
Plato and Platonici Texts in the Writings
of Saint Thomas, 1956. — F.
Massai, Pléthon et le platonisme de
Mistra, 1956. — Tullio Gregory, Platonismo
médiévale. Studî e ricerche,
1958 [especialmente para el siglo xi].
— R. Klibansky, op. cit. supra. —
Véase bibliografía de CHAHTRE (ESCUELA
DE), ACADEMIA FLORENTINA.
Sobre el platonismo moderno y contemporáneo,
P. Shorey, op. cit. supra.
— J. H. Muirhead, The Platonic Tradition
in Anglo-Saxon Philosophy,
1931. — Ernst Cassirer, Die platonische
Renaissance in England und die
Schule von Cambridge, 1932. — H.
Gauss, La tradition platonicienne dans
la pensée anglaise, 1948. — Para un
curioso renacimiento del platonismo
como base para oponerse a una "ola
criminal": Paul R. Anderson, Platonism
in the Midwest, 1963. — V. también
E. Horneffer, Der Platonismus
und die Gegenwart, 1920, 3».ed., 1927