Conjunto de tendencias filosóficas modernas, que, pese a sus divergencias, coinciden en entender por existencia, no la mera actualidad de unas cosas o el simple hecho de existir, sino aquello que constituye la esencia misma del hombre. El hombre, en esta perspectiva, no es la especie humana o una noción general, sino el individuo humano considerado en su absoluta singularidad.
Los comienzos del existencialismo moderno -prescindiendo de referencias a la singularidad del individuo o de la existencia humana individual en autores como, por ejemplo, Agustín de Hipona, Pascal, Kierkegaard, quizás el único antecedente propiamente existencialista, Dostoievski, Nietzsche, Miguel de Unamuno- se sitúan, a comienzos del s. XX, en el período entre las dos guerras mundiales, pero su momento de mayor influencia se sitúa hacia los años cincuenta. Sus autores fundamentales son: Gabriel Marcel, Karl Jaspers, Martin Heidegger y Jean-Paul Sartre; a éstos acompañan sus discípulos: Simone de Beauvoir, Maurice Merleau-Ponty, Karl Löwith, Hans G. Gadamer, Hannah Arendt, y otros, y aquellos además que, aunque pertenecientes a otros campos de investigación, han sentido
la influencia de las ideas existencialistas, como Albert Camus, en literatura, L. Binswanger, en psicología, O. Bollnow, en pedagogía, R. Bultmann, P. Tillich, R. Guardini y K. Rahner, en teología, y E. Mounier en una filosofía cristiana, llamada personalismo.
La mayoría de autores se remiten a Søren Kierkegaard (1813-1855), como punto de referencia inicial. Señala éste el momento de la rebelión contra el idealismo de Hegel y su espíritu de sistema, frente al cual esgrime el valor del pensamiento subjetivo y del «singular». No son puntos de referencia existencialista menores su sentido de la angustia y de la soledad humanas.Al hombre singular, al modo de existir el individuo, llama el existencialismo sin más «existencia». Analizar esta existencia es labor de la filosofía existencialista o de la existencia. El hombre -Dasein, «ser ahí», Existenz, «ser para sí» es el único que propiamente existe, o el único cuya esencia consiste en preguntarse por su existencia. No es ésta algo dado y acabado, sino sólo proyecto, o posibilidad que se cumple a lo largo del tiempo, no sin la angustia que proviene del desamparo en el que se siente el hombre para lograr hacerlo; la temporalidad y la historicidad son esa misma existencia.
La concepción de la esencia del hombre como existencia individual se complementa bien con la idea de subjetividad: el hombre, conciencia que se hace a sí misma en total libertad. Y esto explica también el enlace y la referencia con la fenomenología de Husserl. El existencialismo, el de Heidegger y el de Sartre por lo menos, deja claro que no hay más ontología que la fenomenología. Significa esto que a la filosofía de la existencia le interesa el fenómeno, no el ser o las cosas en sí, puesto que aquel que se pregunta por el ser -en palabras de Heidegger, aquel a quien «en su ser le va este su ser»- se sitúa en el terreno, no de lo real, sino de lo posible, del
descubrimiento continuado, de la interpretación. En esto es tributario el existencialismo de la fenomenología: toma de ella sus métodos de análisis aplicados a la existencia humana.
Existen, por otra parte, diferencias fundamentales entre las distintas corrientes de existencialismo. Unas se refieren ya a la manera misma de entender la existencia, distinta para cada uno de los autores; otras permiten hablar, quizás superficialmente, de un existencialismo ateo y un existencialismo cristiano: Marcel es teísta, como lo es Kierkegaard; Jaspers, sin serlo, habla de una trascendencia; Sartre sostiene que el existencialismo representa un ateísmo consecuente; Heidegger, aparentemente ateo, no excluye en su sistema, sobre todo en sus últimas obras, oscuras y enigmáticas alusiones a Dios. Las obras fundamentales del existencialismo son El ser y el tiempo (1927), de Heidegger, y El ser y la nada (1943), de Sartre. Sartre escribe esta obra durante el paréntesis en que se halla la filosofía alemana por causa de la guerra, y este existencialismo francés, con la rama cristiana representada por G. Marcel y M. Mounier, muy influido por lo demás por Heidegger y Jaspers, es el que logra ser predominante y extenderse a otros ámbitos culturales, ya no expresamente filosóficos, como son la literatura y el cine. A ello han contribuido determinados elementos conceptuales del existencialismo, particularmente chocantes, procedentes de la situación histórica en que se desarrolla, el período de entre guerras, y el periodo en que se propaga, la posguerra: la angustia, el fracaso, el absurdo, la muerte o la culpa
Diccionario de filosofía en CD-ROM. Editorial Herder S.A., Barcelona. Autores: Jordi Cortés Morató y Antoni Martínez Riu.